Una de las características más indiscutibles de la isla de Madeira es su increíble belleza natural. Parte de ese mérito se debe al trabajo de preservación de las áreas de naturaleza del destino, que incluyen bellos jardines repartidos por su territorio, especialmente en Funchal, la capital.
Diversas especies de flores se cultivan en Madeira debido a su ubicación privilegiada en el Atlántico, que proporciona clima templado todo el año. Entre especies endémicas y de otros lugares del mundo, buena parte de ellas exhibe su encanto independiente de la estación. Su extrema importancia para la cultura local rindió hasta un festival exclusivo: la Fiesta de la Flor, conmemorada anualmente durante la llegada de la primavera.
Visitar los jardines madeirenses es como encontrar un espectáculo de colores y perfumes variados, que armonizan con el ambiente de forma impresionante, transmitiendo una intensa sensación de tranquilidad. En el Parque de Santa Catarina, en el centro de Funchal, el turista puede admirar la hermosa coralina-elegante, que inserta su contraste rojizo entre el verde del follaje de los árboles. Ya subiendo al Monte, en el Jardín de Santa Luzia, el sombrero chino llama la atención por su curioso formato, que recuerda los sombreros utilizados por los chinos.
El Jardín Tropical Monte Palace posee una variedad considerable de plantas y flores de diversos países, convirtiéndose en uno de los lugares más bellos de la isla. Otro lugar que merece destaque es el increíble Jardín Botánico, con sus magníficos canteros en formas geométricas precisas. En él, es posible ver buena parte de la flora típica regional, incluyendo la momia dorada, abundante en terrenos cercanos al mar, y el Sapatinho, una de las flores más tradicionales de la isla que se desarrolla en hasta 300 metros de altitud.
Con amplios campos verdes y lagos, los Jardines del Palheiro poseen vistas panorámicas y contemplan árboles con más de 200 años de existencia, además de raras y valiosas especies de plantas provenientes de diferentes lugares del mundo.
Por su parte, el famoso Mercado de los Lavradores es el lugar perfecto para instigar todos los sentidos. Es posible adquirir muchas flores cultivadas en la isla, además de deleitarse con frutas exóticas. Algunos ejemplos son el tabaibo, la pera-aguacate, la anona (con su pulpa avellada y dulce que mezcla el sabor de otras frutas tropicales más conocidas), las diversas especies de maracuyá, las arañeras, entre otras.
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