El espacio aéreo de las grandes ciudades brasileñas está lleno de obstáculo. Además de los pájaros y de las otras decenas de aeronaves que vuelan simultáneamente, los pilotos deben estar atentos a las coordenadas de torre de control y al propio visual. Esto porque, cada día que pasa más globos sobrevuela el cielo brasileño y acaban entrando en las clásicas rutas operadas por las aeronaves comerciales de las compañías aéreas nacionales e internacionales. Los datos son del Centro Nacional de Investigación y Prevención de Accidentes Aeronáuticos (Cenipa).

El organismo divulgó, por ejemplo, un alza del 52% en el número de alertas sobre globos en el primer semestre de este año, comparado con el mismo período del año pasado. Sólo este año, ya hubo 395 notificaciones de estos artefactos próximos de aeronaves – promedio de 65,8 por mes -, ante 235 anotaciones el año pasado. El Estado de São Paulo responde por el 60% de los casos. El Estado de Río de Janeiro aparece en segundo lugar, seguido por el Paraná.

La Asociación Brasileña de Pilotos de la Aviación Civil publicó comunicado en su página web, alertando sobre el creciente riesgo de globos de provocar una tragedia aérea. “Estamos trabajando en contra de lo que siempre fue nuestra cultura, intentando prevenir el riesgo antes de que ocurra la tragedia. “No vamos a dejar pasar para después tomar las providencias”, dice el portavoz de la entidad, comandante Bolívar Kotez.

La soltura de globos, cuando interfiere en el tráfico aéreo, es un delito de atentado contra la seguridad del transporte aéreo, conforme al Código Penal, con una pena de 2 a 5 años de reclusión. La Ley de Crímenes Ambientales prohíbe fabricar, vender, transportar y soltar globos que puedan causar incendio, previendo detención de 1 a 3 años, y multa. En São Paulo, aún conforme al Cenipa, los aeropuertos más sujetos a ese riesgo son Viracopos, en Campinas, con 273 registros en los últimos cuatro años; Cumbica, en Guarulhos, con 265; Seguido de Congonhas, con 142.